Estos datos vitales para quienes amamos conducir son quienes informan sobre el estado dinámico del vehículo, algo que Ford demostró mostró dominar en modelos como el Focus I y Mondeo II ST220 que permitían sentir un unión real entre volante, ruedas ,espalda y carrocería.
Sin embargo, hoy los sistemas eléctricos o controlados eléctricamente, como las direcciones y los pedales de freno, ayudan a reducir el consumo y son suaves en su uso, pero muchas veces generan un tacto que se siente artificial o desconectado.
Primero lo más importante, que es “calzar” dentro del auto. En el caso del Fiesta Kinetic Design no hay objeciones. La butaca es cómoda y envolvente, con todas las regulaciones, cómo así también en profundidad y alcance para la dirección.
El volante es de correcto diámetro, buen grip y los rayos horizontales están bien dispuestos, obligando la posición de manos recomendada en la conducción. La posición baja de la butaca transmite sensación de estar manejando un deportivo.
La asistencia eléctrica de dirección supera valores normales, tornándola suave en el tránsito urbano. En velocidad aumenta su peso, proporcionando correcta sensibilidad para maniobras a velocidad. Al ingresar en curvas no es muy comunicativa, pero una vez dentro deja entender cuando se está alcanzando y superando el punto de adherencia (subviraje).
La pedalera, bien distribuida y en profundidad correcta, ofrece un pedal de frenos de respuesta firme, sin vibraciones al momento de actuar el ABS. La palanca de cambios es de acción sedosa, sin la velocidad y recorridos ultra cortos probados en el deportivo Mondeo ST220, pero calibrada perfectamente para su trabajo. Finalmente, la carrocería rola un poco más de lo esperado, avisando con tiempo para contener el ímpetu y evitar que el control de estabilidad entre en acción.
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