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PRUEBAS

01/04/2011

Test smart fortwo cabrio

Es el 0km más corto del país y el convertible más barato de nuestro mercado. Además, es simpático y un imán de miradas, pero ¿podrá su pequeña carrocería hacer frente al tránsito de nuestras ciudades y rutas?

Test smart fortwo cabrio

smart es una marca muy particular, nacida a fines del siglo anterior de la colaboración entre Swatch y el coloso automotriz Daimler, léase Mercedes-Benz. Luego de un inicio prometedor, fue perdiendo el ritmo y la relojera se alejó del proyecto. Sin embargo, la segunda generación del modelo aún conserva la frescura y alegría propia de los relojes suizos.

Todo el exterior del smart, menos la parte en color metálico, es de plástico. El estilo está totalmente signado por su largo de apenas 2.695 mm, menos que un legendario FIAT “Bolita”. Esto lo convirtió en un auténtico imán de miradas, comentarios y preguntas, siempre con admiración, superando a los autos más llamativos que haya probado en Mega Autos.

La sección en tono metalizado es en realidad parte de la estructura, dejada bien a la vista para mostrar la celda de seguridad del modelo, denominada Tridion. Este aspecto se complementa con controles de tracción y estabilidad, ABS y airbags frontales de serie y laterales opcionales.

El smart (se escribe todo con minúsculas) probado en este caso es un Cabrio, potenciando la sensación de exclusividad. La capota se pliega en distintas etapas: la primera, deja el techo completamente abierto, pero conservando la luneta trasera. La segunda, libera el remate del smart, que suma mayor sensación de libertad. Hasta aquí se puede decir que el smart cabrio es en realidad un targa ya que conserva los parantes laterales; sin embargo, estos dos se pueden extraer.

Apretando un botón se eliminan los marcos del techo, entregando la verdadera sensación de un cabrio, sin importar el tamaño del auto. En esta posición sólo quedan los pilares traseros de la celda Tridion y la barra transversal antivuelco. Los parantes se pueden guardar en una pequeña trampa en la tapa del baúl, para llevarlos “encima”, algo vital en caso de lluvia para poder volver a cerrar todo el techo.

Interior

Siendo propiedad de la estrella de tres puntas, smart puede hacer los autos ultra pequeños y joviales, pero sin perder el carácter premium. Esto se aprecia inmediatamente en el diseño interior, que recuerda a los clásicos de antaño con su estilo horizontal y falta de consola central vertical. Además, logra que pese a las acotadas medidas, la cabina se sienta espaciosa. Los codos de dos corpulentos entrarán en roce, pero la amplitud está al nivel de una coupé compacta, sumado el extra de la altura del techo.

La percepción de calidad es enriquecida por el tapizado en tela que cubre casi todo el tablero. Se suma el volante en cuero, plásticos rígidos pero buenos, al igual que juntas y demás terminaciones. Se agregan sutiles decorados en aluminio y en negro que contrastan perfectamente con el rojo penetrante omnipresente en la unidad probada.

El cuadro de instrumentos se resume a un gran velocímetro y una pantalla en su base que provee distintas informaciones tales como posición del cambio, nivel de combustible, computadora, etc. El tacómetro y el reloj se encuentran en el centro del tablero y se pueden girar como dos pequeños ojos.

Muy útil resulta la gran pantalla táctil central que permite controlar estéreo, teléfono y GPS (los dos últimos no habilitados en la unidad probada). Ofrece la posibilidad de conectar reproductores externos, SD y USB. Los controles de ventilación logran resumir todas sus funciones sin necesidad de pantallas y demás golpes de efecto.

La guantera es pequeña pero útil, acompañada por diferentes huecos a los costados del cuadro de instrumentos. Detrás de las butacas hay unas redes y el baúl es pequeño, pero no está mal para un auto de escasos 2.695 mm. La tapa de carga se abre hacia abajo y puede soportar hasta 100 kg sirviendo de banco. Si se quiere introducir un objeto voluminoso, la capota se puede levantar logrando una boca de acceso más holgada.

Comportamiento

Antes de poner en marcha el smart hay que acomodarse correctamente. Volante y asiento no necesitan regulación vertical para encontrar un punto cómodo de manejo. Las butacas son duras pero de excelente ergonomía, con asiento largo y buena sujeción lateral. El apoyacabezas integrado entrega el plus de un auténtico estilo de deportivo.

La visibilidad hacia el frente y los laterales es buena, y acotada hacia atrás. Esto se agrava cuando se baja la capota que, apoyada sobre la parte trasera, solo deja ver por el espejo retrovisor el techo de los autos altos. El respaldo viene de los espejos laterales, grandes y bien ubicados. En cuanto uno se acostumbra a que después de la espalda queda muy poco auto, el progreso en la ciudad, cambio de carril en tránsito pesado incluido, es super fluido. Además, todo el mundo cede el paso al smart.

Hay tres cosas que combinadas conspiran contra la fluidez de marcha, la caja robotizada, la rigidez de suspensiones y el pedal de freno muy duro. Por ejemplo, al llegar a un lomo de burro hay que frenar más de lo habitual para evitar el golpe de las ruedas y cuando se vuelve sobre el acelerador, la caja no decide si rebajar o no, quedando el auto en estado muerto. Son sólo unos segundos, pero si se está apurado es irritante. Siendo suave y progresivo con el acelerador se logra una respuesta mucho más homogénea.

Al estacionar sucede lo mismo, la caja tarda un instante en acoplar el embrague, entonces si se aplican “guadañazos” sobre el pedal derecho la acción estará repleta de cabezazos. Si se aumenta progresivamente el caudal de potencia, el movimiento será más acompasado.

La salida a la ruta con el smart fue una sorpresa completa. La estabilidad resultó muy buena, e inclusive uno se olvida que está sobre un auto que no alcanza los tres metros de largo. Una frenada de emergencia recuerda inmediatamente la corta distancia entre ejes, cuando se siente la descarga del tren trasero por la transferencia de masas.

En cualquiera de las posiciones del techo, el viento no se torna molesto en ruta, y lo que más llama la atención es la gran aislación (térmica y acústica) que provee el techo de lona de solo dos capas. Además, la 5º marcha relativamente larga permite que el ruido mecánico a velocidad pueda ser fácilmente tapado con el estéreo.

Performance

Durante las pruebas muchas personas se acercaron a preguntarme si se trataba de un auto eléctrico y se sorprendieron al saber que utiliza un tres cilindros de 999 cc sobrealimentado con turbo para obtener 84 CV a 5.250 rpm y 12.2 kgm a 3.250 giros. El compacto motor se aloja en la parte trasera y la pequeña tapa delantera es para acceder a tanques de fluidos y otros elementos.

La potencia se descarga por el eje trasero mediante una caja manual robotizada de 5 relaciones. Esta solución elimina el pedal izquierdo y permite un paso de cambios automático o manual secuencial, a cambio de ciertos tirones en el paso de marchas, pero evitando el típico “resbalado” de las automáticas convencionales.

Teniendo en cuenta que el motor está a centímetros de la espalda, no se puede pedir demasiado en términos de insonorización, que igualmente resulta buena. Sabiendo esto, los ingenieros de smart fueron inteligentes en darle una nota grave al impulsor, especialmente cuando arranca.

Su peso, acotado a 820 kg (20 kg menos en el coupé), permite buenas aceleraciones tanto en ciudad como en ruta, donde es capaz de sobrepasar a cualquiera hasta una velocidad de 145 km/h reales (en velocímetro son unos cuantos más) cuando el autolimitador aplica su correa electrónica. El consumo no es tan bueno como se esperaba en ciudad, pero siempre se mantiene dentro de parámetros muy acotados.

Ficha técnica y equipamiento

Conclusiones

El smart es genial, no solo logra compactar todas las funciones de un auto en menos de tres metros de largo, lo hace con gracia y un nivel de refinamiento tan alto que por momentos uno se olvida que esta a bordo de un micro-ultra-compacto.

El miedo más grande que fue ser aplanados por nuestro salvaje tránsito urbano quedó rápidamente eliminado cuando hasta un utilitario mediano cedió el paso. En realidad es tal el shock que produce su diminuta carrocería que todos quieren darle una mirada y lo más interesante, ninguna fue con malicia.

Esta buena onda se comprobó en todos los comentarios recibidos, desde un remisero que me gritó “te admiro” en plena autopista 25 de Mayo, hasta una vecina de Martínez que al ver el pequeñito comentó haber recorrido toda Europa en un smart alquilado.

En resumen, no es perfecto, tiene problemas de visibilidad, las suspensiones son muy secas y el accionamiento de la caja puede ser irritante, pero hace todo bien, con más refinamiento que muchos compactos. Es caro e ingresa directamente en la categoría de capricho, no se puede negar, pero por otro lado, es el cabriolet más barato de Argentina.

 

Textos y fotos: Hernando Calaza





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